Nuestros riñones pueden albergar pequeños cristales o piedras minerales, las que suelen no presentar molestias debido a su tamaño. Sin embargo, cuando estas se agrupan se pueden transformar en un verdadero dolor de cabeza (y de espalda).
Los cálculos renales o litiasis renal corresponden a pequeñas piedras que se forman producto de la agrupación y solidificación de partículas minerales, las que se encuentran en nuestra orina. Estas piedras pueden ser muy pequeñas e imperceptibles, o de mayor tamaño, lo que causa diversas complicaciones y molestias que requieren de tratamiento y vigilancia.
Los cálculos renales los podemos clasificar de acuerdo a los minerales que los componen, pero principalmente se encuentran los de calcio, seguidos por los de estruvita (en respuesta a infecciones urinarias), ácido úrico (debido a una baja ingesta de líquidos) y los de cistina (que suelen ser hereditarios).
Algunos de los factores que se relacionan con la aparición de estos cálculos son:
“Los cálculos que se encuentran en los riñones pueden ser asintomáticos, pero si empiezan a bajar a través del uréter, que es el conducto que une el riñón con la vejiga, pueden quedar atascados en algún punto de ese trayecto, obstruyendo el paso de la orina”, explica la doctora Laura Velarde, uróloga del Hospital del Trabajador ACHS, quien agrega que cuando esto sucede, comienzan a aparecer algunos síntomas, los que pueden incluir:
Si un paciente presenta estos síntomas debe acudir a un centro de atención médica donde será sometido a exámenes físicos y de laboratorio para llegar a un diagnóstico certero. “Se realizan exámenes de sangre para ver la función renal y de orina para determinar la presencia de cristales y sangre. Pero además se requiere una tomografía para determinar la existencia del cálculo, su localización, densidad y si está obstruyendo el flujo de orina”, indica la especialista.
El tratamiento para los cálculos renales dependerá de factores como el tamaño de la piedra o la gravedad de los síntomas, “pero siempre se parte por administrar analgésicos para calmar el dolor, los que pueden ser orales o por administración vía endovenosa en casos más críticos” advierte la Dra. Velarde.
Por lo general, los cálculos pequeños (de menos de cinco milímetros) suelen expulsarse a través de la orina. Sin embargo, cuando producen una obstrucción en el aparato urinario requieren de un tratamiento que puede ir desde la administración de fármacos (para modificar el ph de la orina y así disolver las piedras) hasta tratamientos e intervenciones quirúrgicas.
Algunos de estos mecanismos son:
- Litotripsia extracorpórea: este procedimiento busca desintegrar los cálculos a través de la aplicación de ondas de choque para disminuir su tamaño, y así se puedan eliminar a través de la orina. Se recomienda en casos donde los cálculos se encuentran en el riñón o la parte superior del tracto urinario.
- Ureteroscopía: esta técnica permite localizar, fragmentar y extraer los cálculos utilizando un ureteroscopio, el cual se introduce a través de la uretra. El tratamiento se aplica normalmente en casos donde los cálculos están localizados en la zona baja del aparato urinario.
- Cirugía percutánea: esta cirugía permite introducir, a través de una pequeña incisión, un instrumento que llega hasta el cálculo en el riñón, para luego fragmentarlo y extraerlo. Este procedimiento está indicado para cálculos de mayor tamaño y/o dureza localizados en el riñón.
“Una persona que tuvo cálculos es probable que los vuelva a desarrollar. Para prevenir su aparición, es importante que el especialista determine las causas de fondo que generan el cálculo”, indica la Dra. Velarde.
Algunas de las medidas que se pueden adoptar para evitar la aparición de los cálculos incluyen cambios en la dieta, disminuyendo el consumo de sodio y proteínas, además de aumentar la ingesta diaria de líquidos. Quienes tengan antecedentes o tendencia a la formación de cálculos deben evitar los alimentos altos en oxalatos, como el chocolate, té, nueces, betarragas, soja, espinacas, entre otros.