Muchas personas reaccionan ante los cambios de estación, ya sea del otoño al invierno o en el paso a la primavera. Y mientras algunos pueden sentir que se llenan de energía al tener más días de sol, hay quienes viven lo contrario, presentando sensaciones de desgano y melancolía.
Dentro de los trastornos del ánimo, hay un tipo en particular que está asociado a los cambios de estación, llamado Trastorno Afectivo Estacional (TAE). Este desorden, que tiene síntomas similares a la depresión, se desarrolla comúnmente durante el invierno, debido a la falta de luz solar. Si bien puede afectar a cualquier persona, de acuerdo con Carmen Gloria Carbonell, psicóloga del Hospital del Trabajador ACHS, “la población que está más expuesta a desarrollarlo son jóvenes de 20 a 35 años, especialmente las mujeres”.
A diferencia de un cuadro depresivo tradicional, el TAE es gatillado por elementos biológicos, sin que, necesariamente, existan síntomas psicológicos o psiquiátricos. “Una depresión está marcada por la falta de energía o la desesperanza y aquí se suman otras reacciones físicas como el sueño excesivamente prolongado y profundo y una sensación de no poder vencer el cansancio”, aclara la especialista.
¿Por qué ocurre el TAE en primavera?
Si bien es fácil entender por qué nos sentimos deprimidos al tener menos luz durante el invierno, es más difícil de explicar cuando el TAE se da en primavera. “Durante el invierno, es común que las personas quieran estar más encerradas, parecen tener menos energía y eso nos parece normal para la época. Pero con la primavera todos nos volvemos más activos y quienes vienen con esta patología no logran integrarse, no tienen ganas y ahí el problema se vuelve visible”, explica la psicóloga Carbonell.
Una de las explicaciones más aceptadas por los expertos con relación a la aparición del Trastorno Afectivo Estacional en primavera tiene relación con la dificultad que nuestro organismo puede experimentar al pasar de una estación a otra. Por una parte, nuestro cuerpo se acostumbra a tener menos exposición a la luz solar, generando más melatonina y así regulando nuestros ciclos de sueño y nuestros estados de ánimo, lo que se conoce como ritmo circadiano. Pero, al llegar la primavera, nuestro organismo comienza a confundirse al tener nuevos horarios y ritmos producto del cambio en luz solar y en la duración de los días, más largos que en invierno.
El diagnóstico de esta patología requiere de un análisis minucioso de aspectos físicos y psicológicos. Esto se debe principalmente a que el TAE comparte síntomas con otras patologías como la depresión u otros trastornos del ánimo. De esta manera, los profesionales de la salud pueden incluir en su análisis:
Además, es importante tener en cuenta la existencia de factores que nos pueden acercar al TAE (o incluso descartarlo), como la presencia de antecedentes familiares, circunstancias del día a día que nos estén afectando o la periodicidad de los episodios. Así, se pueden establecer patrones temporales y estacionales.
“Si se diagnostica el TAE, el tratamiento no será ni psicológico ni psiquiátrico. En muchos casos se recomienda fototerapia, que hagan más actividades al aire libre y también que regulen sus ciclos de sueño para que puedan sentirse mejor”, explica Carmen Gloria Carbonell.