A diferencia de quienes trabajan expuestos a condiciones ambientales donde el frío o el calor pueden afectar la salud de las personas, el confort térmico define las condiciones ambientales de aquellos que desempeñan sus funciones en lugares como oficinas o espacios cerrados en los que se modifica la sensación térmica para combatir ambos extremos.
Existen espacios de trabajo cerrados y con escasa ventilación. Ambos factores pueden hacer que la temperatura ambiental no sea extrema ni ponga en riesgo la salud de los trabajadores, pero sí puede afectar su comodidad y confort.
El confort térmico tiene que ver con la sensación térmica que tiene un trabajador al interior de un espacio determinado. Si esa sensación es percibida como una temperatura muy alta, puede generar incomodidad y molestia, pero en ningún caso pone en riesgo la salud del trabajador, como ocurre en el caso de la exposición al calor o al frío, como indica el Decreto Supremo Nº 594 del MINSAL.
El problema es que en Chile la definición de la temperatura al interior de las oficinas, o del confort térmico, no se encuentra regulada por ninguna norma, por lo que las empresas deben recurrir a estudios particulares para resolverlo.
¿Cómo evaluar y mejorar las condiciones ambientales?
Un trabajador que se expone a una temperatura mayor a lo que le resulta adecuado o agradable, puede aumentar su sudoración, sentir aletargamiento y una sensación de desagrado e incomodidad. Aun así, hay que considerar que la sensación térmica es subjetiva y hay personas que toleran, sin problemas, una temperatura mayor al resto.
En Chile no existe ley o norma que rija las condiciones ambientales en estos casos, pera hay algunas acciones que se pueden tomar para mejorar los espacios de trabajo y dar mayor bienestar a los trabajadores.
Las mutuales como la ACHS no cuentan con la obligación legal de medir la calidad del aire en una organización. Sin embargo, puede y debe hacerlo si existe el mandato de alguna autoridad sanitaria. En esos casos se realiza una evaluación del ambiente de una determinada organización guiándose por una norma técnica internacional que permite determinar si la calidad del aire es confortable para los trabajadores.
Uno de los métodos más utilizados a nivel mundial, es el método de Fanger, el que incorpora variables personales (como la actividad física o la sensación de conformidad con el ambiente) y las combina con aspectos técnicos y concretos del ambiente. De acuerdo a esta medición, lo que se busca determinar son las condiciones óptimas y satisfactorias para más del 90% de los colaboradores.
Para realizar ese estudio se consideran variables como las condiciones de ventilación, el nivel de humedad del aire, la cantidad de dióxido de carbono, la temperatura ambiente y el rango de sensación térmica. Con esos antecedentes, la ACHS elabora un diagnóstico y entrega un informe con medidas de control específicas y plazos determinados de aplicación.
A pesar de que la ACHS solo evalúa la calidad de aire en casos concretos, las organizaciones pueden solicitar este servicio a empresas externas.
En este sentido, el rol del Comité Paritario es prestar atención a los requerimientos de los trabajadores de la empresa y levantar una solicitud a las jefaturas para que se evalúe la posibilidad de realizar una medición de la calidad del aire de un determinado espacio.
Por otro lado, si se aplica el estudio, los Comités Paritarios deben cooperar y apoyar el proceso de implementación de las medidas compensatorias, actuando en coordinación con la empresa y el área encargada de esa iniciativa.