Partir de cero es una frase que para Elisa Aroca aplica casi de forma literal. El golpe en la cabeza, producto del accidente que sufrió, hizo que olvidara cosas tan básicas como escribir o sumar. Con la ayuda de sus hijos y del equipo médico del Hospital, logró vencer la adversidad con esfuerzo e ingenio y hoy es un ejemplo de superación.
En marzo de 2003 Elisa iba camino a su trabajo y fue atropellada por un camión en un paso de cebra. El grave accidente dejó múltiples secuelas, como pérdida de la visión en un ojo, problemas en la columna, pérdida de equilibro, entre otros. Pero sin duda la más grave tuvo que ver con su memoria.
“Recordaba a mis hijos, pero olvidé situaciones de mi vida y no sabía ni cómo escribir. Si cocinaba se me quemaban las cosas. Y a eso se sumaron las caídas que tuve porque sufrí de vértigos muy fuertes que me dejaban en el suelo”, cuenta Elisa, “la primera etapa fue muy difícil”.
Estrategias para volver a la cotidianidad
Cuando Elisa volvió a su casa, había días en los que se vestía y arreglaba, pero usaba el lápiz de ojos en los labios o se levantaba los domingos muy temprano pensando que tenía controles médicos. Fue entonces cuando sus hijos empezaron a idear técnicas para ayudarla a recordar cuestiones básicas.
“Cuando alguien sufre un accidente como el de mi madre, todo lo obvio deja de serlo. A mi mamá tuvimos que enseñarle a hacer su firma, a contar un vuelto o aprender a cruzar la calle con luz verde, porque algo pasó en su cabeza que ella estaba convencida ida de que se cruzaba con luz roja”, explica Ricardo Clementi, su hijo mayor.
Elisa comenzó a juntar libretas donde escribía todo lo que debía recordar y les pedía a sus doctores que anotaran lo importante. Además, sus hijos crearon un calendario con colores donde ella iba marcando los días para no desorientarse. “Fue una época muy difícil, ahora leo mis libretas y me cuesta creer cómo estoy ahora”, dice Elisa.
Recuperar la autonomía
En el Hospital del Trabajador Elisa estuvo a cargo de un equipo integral de especialistas, que incluyó a fisiatras, fonoaudiólogos, neurólogos y psiquiatras, entre varios otros, quienes trabajaron incansablemente para lograr que Elisa pudiese desenvolverse del modo más autónomo posible y para educar a su familia en el camino de la rehabilitación. Y lo lograron.
Hoy Elisa puede salir de su casa sin compañía siguiendo rutas fijas. Trabaja vendiendo productos de belleza por catálogo y hay ciertas actividades que hace sin ayuda, pero mantiene sus libretas con apuntes. “Hoy la veo impresionantemente bien, me cuesta ver a una mujer con algún problema, porque se desenvuelve tranquila y ha logrado aprender las cosas de otra forma y muy rápido”, afirma el hijo mayor de Elisa.
El reconocimiento de la ACHS
A comienzos de diciembre, la ACHS realizó la vigésima octava versión del Reconocimiento a la Inclusión del Trabajador con Discapacidad y para la categoría “Espíritu de Superación Personal”, Elisa fue nominada y resultó finalmente ganadora.
“Mi primera impresión al enterarme de la nominación fue de mucha emoción, eso para mí ya era un premio. Nunca piensas que vas a tener algo así, que alguien va a ver tus logros”, afirma Elisa. Pero el equipo que la nominó y el jurado que la premió vio en ella rasgos que destacaban por sobre el resto.
Luis Tapia, Terapeuta Ocupacional del Hospital explica un poco más sobre esto. “Habitualmente se premian otras habilidades que tienen que ver, por ejemplo, con el éxito laboral, pero con Elisa vimos un tipo de éxito que tiene que ver con lo humano. Uno no espera conocer una persona que tenga una evolución tan grande, con todas las vicisitudes que le tocó vivir y eso es lo que nos sorprendió”.