Es normal que ante un escenario complejo o una situación negativa nuestra respuesta sea de rechazo, preguntándonos “¿por qué a mí?”, sin embargo, todas las experiencias que nos ofrece la vida significan una oportunidad para aprender, crecer y ver las cosas con una mirada distinta.
Cuando surge un problema que nos afecta o complica, es común que nos dediquemos a buscar las razones o que incluso examinemos nuestras acciones para buscar una explicación a lo que nos sucede. El “por qué a mi” es una pregunta poderosa que nos puede llevar a poner en duda nuestros valores, relaciones, creencias y hábitos. Sin embargo, cuando esto sucede no significa que necesariamente estamos frente a un problema complejo, también puede ser una oportunidad para aprender, reinventarnos o crecer.
Ante este tipo de escenarios, la posición que adoptamos puede hacer la diferencia entre estar deprimidos y mantenerse positivos; entre paralizarnos frente a la adversidad o encontrar utilidad a estas situaciones. Por eso es clave encontrar una alternativa para el ¿por qué a mí?, preguntándonos -por ejemplo- ¿De qué me sirve lo que estoy viviendo? De esta forma los problemas pasan a ser enfrentados como oportunidades para aprender y hacernos más fuertes y resilientes.
Los aprendizajes que podemos extraer de las situaciones adversas pueden ser variados y abarcar diferentes ámbitos de la vida, desde aspectos de nuestra personalidad, hasta nuestro círculo cercano. A veces las lecciones más importantes parecen ser las más sencillas y obvias; pero no dejan de ser valiosas para nuestro desarrollo personal. Algunas de estas son:
Muchos de estos aprendizajes se pueden trabajar en conjunto con un profesional, de manera que si buscas asesoría, puedes agendar una hora con los especialistas del Hospital del Trabajador ACHS.