Si utilizas el ascensor o las escaleras mecánicas sin necesitarlos o prefieres usar el transporte público antes de caminar unas cuadras, entonces podrías ser una persona sedentaria. Si a eso le sumamos un trabajo de escritorio y ninguna actividad física durante la semana, te expones a sufrir una serie de enfermedades. Aquí, consejos para empezar a mover el esqueleto.
Si no se tiene el hábito de hacer ejercicios por 30 minutos diarios, tomar la iniciativa para cambiar la rutina puede ser complejo. Sin embargo, dar ese primer paso puede mejorar significativamente nuestra salud.
El sedentarismo prolongado ataca directamente al músculo cardíaco. Nuestro corazón es la primera víctima cuando pasamos mucho tiempo sin movernos, ya que sin entrenamiento, pierde su capacidad de contracción; recibe y envía menos sangre al cuerpo; la cantidad de oxígeno proporcionada a los otros órganos disminuye y, en caso de sufrir un ataque cardíaco, la recuperación es más lenta.
Si vamos a comenzar a realizar ejercicio, es bueno partir por subir las escaleras de nuestro lugar de trabajo o edificio, en lugar de preferir el ascensor; y caminar, en caso de ser posible, a los lugares que visitamos día a día. La idea es no alterar nuestra rutina bruscamente, debido a que proponernos cambios drásticos y acelerados pueden terminar por desanimarnos.
Lo siguiente es buscar una actividad que requiera un mayor esfuerzo. Por ejemplo, una caminata rápida de 30 o 45 minutos, ir a un gimnasio o utilizar las máquinas de libre acceso ubicadas en las distintas plazas del país, bailar, andar en bicicleta y/o trotar.
Para cumplir tus objetivos es ideal realizar una actividad que te guste, para no perder la motivación a medio camino; escoger una hora del día que te acomode y se ajuste a tus necesidades, debido a que para crear el hábito es necesario que realices los ejercicios en un horario similar cada día.
Tener la compañía de un grupo de personas que estén en una situación parecida a la tuya será valioso, ya que juntos pueden lograr la constancia necesaria para mantener la constancia en el tiempo.