Los rayos ultravioleta se clasifican en tres tipos: UVA, UVB y UVC. De estos, solo los dos primeros causan daño en nuestro organismo, ya que los últimos no logran penetrar la atmósfera. Uno de los riesgos de exponerse sin protección a esta radiación es el fotoenvejecimiento, es decir, el desgaste y daño temprano de la piel por la luz solar. Por otra parte, los rayos UVB son el principal causante de quemaduras y tiene relación directa con el desarrollo de la mayoría de los tipos de cáncer de piel.
Si bien a simple vista no vemos los efectos de exponernos al sol sin protección contra estas radiaciones, debemos ser conscientes del riesgo que representan para nuestra salud, ya que son capaces de modificar y dañar el ADN de las células de la piel, causando mutaciones, tumores e, incluso, cáncer.
Al exponernos al sol, siempre debemos usar un protector solar que nos proteja de las quemaduras y envejecimiento ocasionados por la radiación solar. Sin embargo, cuando nos exponemos de manera prolongada a esta, debemos incluir el uso de otros elementos de protección, como sombreros de ala ancha, ropa de algodón que cubra las extremidades y lentes de sol con protección UV certificada.
Además, debemos recordar que hay que evitar la exposición directa al sol en los horarios donde la radiación es más agresiva, entre las 12 y 16 horas.
A la hora de elegir un protector solar, nos vemos enfrentados a múltiples opciones, cada cual con la promesa de ser el mejor producto para cuidar nuestra salud. Sin embargo, debemos escoger uno de acuerdo con el tipo de piel y edad de quien finalmente lo usará.
En el caso de los niños es preferible la aplicación de pantallas o bloqueadores solares, que actúan como una barrera física en contra de la radiación UVA y UVB. Son cremas gruesas, que dejan la piel pintada de blanco y cuya duración supera a la de otros productos.
Este tipo de cremas también son recomendadas para las personas con una tez muy clara, albinas o colorinas y los adultos, en general, deberían ocuparlos en las áreas más sensibles del cuerpo, como la nariz, labios y orejas. El factor de protección debe ser de +50.
Quienes tienen una piel sensible deben utilizar productos hechos especialmente para este tipo de piel, por lo que deben utilizar las opciones dermocosméticas existentes en el mercado.
No es recomendable para ninguna persona, niña o adulta, el uso de bronceadores ni productos similares -como aceites emulsionados- ya que estos no protegen correctamente a la piel y nos exponen a un riesgo innecesario solo por motivos estéticos.
La importancia de usar correctamente el protector solar
Las pantallas y bloqueadores solares deben ser aplicados media hora antes de la exposición al sol y reaplicados cada tres horas, después de realizar ejercicios o de bañarse en la piscina o el mar. Se debe usar aproximadamente media cucharada de producto en el rostro, una cucharada para cada extremidad y dos cucharadas en el tronco y abdomen.
En el caso de los niños, hay que evitar exponerlos directamente al sol, especialmente si tienen menos de seis meses, ya que a esa edad no pueden usar protector solar porque pueden tener reacciones alérgicas. Por lo mismo, deben estar bajo un quitasol y protegidos con ropa que cubra sus extremidades.
Recuerda que los efectos de la radiación ultravioleta en la piel son acumulativos, de manera que aquellos que estuvieron muy expuestos a los rayos UV durante la infancia o sufrieron quemaduras e insolación están en el grupo de riesgo para sufrir cáncer cutáneo. No dejes de proteger tu piel a lo largo del año, ¡prevenir el cáncer de piel es posible!