El ecosistema de los agronegocios en Chile es una robusta cadena de valor que tiene la capacidad de convertir la materia prima en alimentos para los chilenos y el resto del mundo, aun cuando una pandemia desafiara todo nuestro know how y la manera en que acostumbramos a hacer las cosas. El ser productores de alimentos está en el ADN de nuestro país, y eso nos ha permitido construir una agricultura resiliente, que cumple su cometido contra viento y marea, e incluso, contra un pronóstico poco auspicioso como el de este 2020, con una pandemia, una sequía implacable y un contexto político desafiante.
Con orgullo, podemos decir que la agricultura y la agroindustria fueron referentes de agilidad y adaptabilidad en la cancha de los negocios: se estimuló la reconversión de algunos negocios que dejaron de ser solventes en la pandemia, se cambiaron los canales de distribución en industrias que peligraban, como la del vino, que migró a internet; y se tomaron medidas para apoyar a la liquidez de las pymes.
En el agro no aplican las mismas reglas del juego que rigen otras industrias: para el campo o una planta de producción, no existe el teletrabajo y se trabaja 24/7. Eso generó que fuera inminente el desarrollo de rigurosos protocolos de seguridad y salud laboral, cambios en la cultura organizacional, mucha capacitación, consultas a los centros de salud y un permanente aprendizaje de la evolución de esta desconocida enfermedad. El actuar riguroso y consciente de todos los actores del sector, nos han permitido trabajar con bastante normalidad y así hacernos cargo de nuestra responsabilidad productiva.
Tomando en consideración la importancia de asegurar la alimentación sana y oportuna a toda la población, la autoridad, aun ante los riesgos y desafíos de la pandemia que se instalaba, catalogó desde el primer minuto al sector agrícola, productor de alimentos, como “sector esencial”. Hoy podemos decir con toda seguridad y orgullo que los agricultores de Chile asumieron y cumplieron el desafío a cabalidad.
Desde el primer momento, el complejo sistema agroalimentario se adaptó a las nuevas condiciones. Cada subsector levantó sus puntos críticos y abordó de manera consciente, responsable y ágil, las acciones necesarias para minimizar los riesgos, junto con asegurar el abastecimiento oportuno y competitivo de alimentos a nivel nacional e internacional.
El sector agrícola, especialmente en el mundo rural, es y será siempre un factor relevante del desarrollo y porvenir de las personas, por lo cual, teniendo de frente una nueva temporada agrícola y el desafío de la reactivación económica, todos quienes somos parte de este sector debemos comprometernos con aun mayor compromiso, en seguir alimentando a la población y resguardando la salud de cada uno de nosotros. El desafío está planteado y estoy seguro de que, una vez más, no los defraudaremos.
Juan Pablo Matte, Secretario General de la Sociedad Nacional de Agricultura (SNA)